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Luis Carlos Ávila aceptó el reto de pasar una tarde con su niño interior en Kandu, el centro de Edu-entretenimiento infantil ubicado en el Centro Comercial Gran Estación
Por: Luis Carlos Ávila R (@benditoavila)
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Toda mi niñez estuve pensando en cómo serían las cosas cuando fuera grande. Esperaba que en el futuro por fin estuviera a mi alcance el ojo mágico para ver quién tocaba la puerta, ese armatoste al que ni a su chapa alcanzaba a tocar. Tal vez por eso visitar Kandu me pareció tan confortable, pues además de poder alcanzar la puerta me di cuenta que en el lugar no hay cerrojos, de hecho ni siquiera hay puertas. De hecho, la entrada principal tiene forma de cerradura, como una forma de pedirme desde la entrada que le abriera una licencia a la imaginación y dejara bajo llave la adultez acartonada que el oficinismo y la rutina pueden generar.
Lo primero que veo al entrar es una pequeña pileta, donde se puede ver grabado el nombre Bogotá. “Aunque la idea nació hace 15 años atrás, este es el primer Kandu del mundo”, me explica Raúl Clavero de la Torre, quien además de coordinar las actividades en el lugar no pierde oportunidad para saludar a cuanto niño se le cruza por el camino. Raúl agrega además que aunque existan otro tipo de parques infantiles en el mundo, como KidZania en México o Wannado City en Estados Unidos, Kandu destaca por mantener incólume el concepto temático del juego de roles. “A través de actividades lúdico recreativas, los niños se divierten en los más de 25 pabellones en actividades que tienen fundamento pedagógico, gracias al concepto de Edu-entretenimiento”, agrega. Fábrica de chocolates, muro de escalada, veterinaria, hospital, pizzería, sala de belleza, granja, centro de reciclaje y hasta tienda de magia hay dentro de Kandu, naturalmente todo en escala pequeña
Es ahí cuando levanto la cabeza y veo que debajo de unas nubes que decoran el techo, hay una gran plazoleta que hace las veces de plaza pública. Este centro del parque cumple la función de panóptico, pues Kandu es una ciudad sin avenidas donde los papás tienen la absoluta visibilidad de sus hijos desde cualquier punto del parque. Contrario a lo que muchos pensarían, los padres también permanecen en constante entretenimiento, pues ellos también son involucrados dentro de las 5 actividades generales del parque, como el show de teatro, el desfile de modelaje o el momento de los paramédicos.
Hernán Ramos es un padre novato dentro del parque. Me cuenta que le parece un concepto novedoso porque puede ver cómo sus hijas de 4 y 9 años no solo juegan con máquinas, sino que desarrollan roles específicos. Orgulloso, presume el trabajo de que su hija mayor hizo con El Tiempo Kandu, un reportaje con fotos y noticias del parque entre las que está su hija pequeña, quien destaca por ser una gran veterinaria que ahora trabaja haciendo joyas.
Y es que lejos de cualquier pensamiento de explotación infantil, en Kandu los niños y las niñas pueden trabajar. Es más, a través de labores de cooperativismo y trabajo conjunto es que pueden ganar Kachings, que es la moneda del parque a través de la cual consiguen intercambios de premios y demás. Me pareció interesante ver que chiquillos entre los 4 y los 13 años de edad puedan tener un concepto claro del dinero desde tan temprana edad.
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Alguna vez Friedrich Nietzsche dijo que la madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño. Esto lo tienen muy claro quienes trabajan en Kandu. Jóvenes a los que se les llama edurecreadores, quienes en su mayoría son universitarios con experiencia demostrada en actividades similares de trabajo con niños.
Entre este grupo está Valentina, mujer de 19 años que estudia psicología en la Uniminuto y trabaja hace dos meses en el parque. Valentina es la persona que en este turno está a cargo de El Tiempo, así que rápidamente me confiesa que ella también tiene una niña interior a la que le gustaría modelar, actuar y gritar en los pabellones de Kandu. También está Yudy, quien a sus 21 años se dedica de tiempo completo al parque y con quien concluimos que de haber tenido algo como esto en nuestra infancia, tal vez seríamos iguales pero un poco más felices. Me cuenta que las actividades duran entre 15 y 20 minutos y que los niños rotan según su interés y gusto. Reciben hasta 200 niños en cada jornada.
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Debo confesar que tras casi una hora de recorrer el lugar, se despertó en mí un interés por dejar la mirada de adulto y conectarme con ese mundo infantil. No soy hippie, pero lo que quiero dejar claro es que no podía irme de Kandu sin comprobar con mi experiencia propia cómo es jugar allí. He aquí un recuento visual de ello.
Tarifa Fin de semana:
Niños $37.000 (Incluye ingreso, comida, bebida y paquete recreativo).
Adultos $27.000 (Incluye ingreso, comida, bebida y paquete recreativo).
Tarifa entre semana:
Niños $23.900 (Incluye ingreso y paquete recreativo).
Adultos $9.900 (Incluye ingreso).
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