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Sociedades resistentes a la tecnología

11 octubre, 2017 by MallPocket 2 Comments

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[URIS id=3829]
Por Jaime Espitia 
@jaimespitia

La tecnología moderna nos ha llenado de facilidades y comodidades, hemos dejado diversos esfuerzos para ponerlos en manos de máquinas capaces de realizar labores, que tiempo atrás eran trabajo de los humanos, en menor tiempo y con mayor eficacia. No hay duda de que nuestras propias creaciones han desplazado una parte de nuestro ser y se han llevado consigo tiempo de vida que podríamos aprovechar de otra forma, nos han hecho presa de sus necesidades hasta un punto en el que, quizá, no consideraríamos vivir sin tantos adelantos tecnológicos.

¿Se imaginan un mundo sin una nevera para resguardar alimentos, sin un televisor con el cual distraernos, sin autos para transportarnos, o sin teléfonos con los cuales comunicarnos con nuestros seres queridos, entre otros tantos ejemplos? Carajo, qué difícil debe ser vivir así, pero, ¿es imposible? Tal vez no, a fin de cuentas somos animales de costumbre, o por lo menos eso expresó alguna vez Charles Dickens, analicémoslo desde los siguientes ejemplos.

Los que prohiben los autos, pero los usan de vez en cuando
Los Amish son un grupo etno-religioso descendiente de inmigrantes germanos y suizos asentado en Estados Unidos y Canadá, Se caracterizan por su estilo de vida sencillo en el que rechazan cualquier tipo de tecnología, razón por la que llevan su día a día como si estuvieran en el siglo XVIII, esto debido a que están en contra del mundo moderno, pues consideran que es maligno y pretenden acabar con sus raíces. Están regidos por un conjunto de reglas y tradiciones denominado el Ordnung (Reglamento), el cual puede variar en cada comunidad, este es dictado por los altos mandos de la iglesia Amish y aborda la mayoría de los aspectos de la vida diaria de dichas personas, incluyendo prohibiciones y limitaciones en la manera de vestir, además del uso de la electricidad, los teléfonos y los automóviles. Son estas últimas cohibiciones las que en verdad nos interesan, puesto que ese tipo de objetos son excluidos por tildarse de “distracciones para la vida”, ¿se imaginan transportarse en carretas arrastradas por caballos?

Algunos Amish aceptan el uso de ciertas tecnologías en su vida, tal como mencioné anteriormente las reglas pueden variar en cada comunidad. Los líderes eclesiásticos son los encargados de determinar qué se puede usar y qué no; sin embargo, al no contar con una estructura gubernamental, las diferencias son amplias dentro de la misma cultura; por ejemplo, hay quienes prohíben conducir automóvil, pero dan la posibilidad de que en caso de urgencia esta norma pase a un segundo plano. O también se encuentran los Beachy Amish, quienes aceptan carros desde que no sean cromados, al parecer por su excéntrica apariencia.

Por otro lado, aparece en la lista de detractores la electricidad, la cual es mal vista al denominarse como una conexión con el mundo exterior, donde el uso de cualquier electrodoméstico puede afectar su “vida simple”, a menos que esta haya sido generada sin haber accedido a líneas eléctricas exteriores y sea empleada únicamente para soldar, recargar baterías y alimentar ordeñadoras. Las fuentes de potencia no superan los 12V, por lo que no es suficiente para hacer funcionar dispositivos como televisores, planchas, secadores y bombillas, entre otros. Así que “adiós, querido mundo occidental”.

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Los que viven en el aire
Desde Indonesia llegan Los Asmat, un grupo étnico que abarca 18.000 km2 de la Papúa, cuya población se acerca a los 70.000 habitantes y subsiste de la caza, la pesca y la recolección debido a que están situados en un lugar rico en recursos naturales, además, se caracteriza por el tallado de madera, arte que es codiciado alrededor del mundo y tiene presencia en importantes museos de Nueva York y Ámsterdam. La Papúa es una zona lluviosa, en la que las viviendas son construidas a más de 2 metros de altura, inclusive, algunas casas son fabricadas sobre árboles a 25 metros para evitar las inundaciones, en pocas palabras, olvídense de cualquier tipo de acueducto o sistema de drenaje.

Los Asmat solían practicar el canibalismo, ‘solían’ porque en 1950 un grupo de misioneros católicos, la mayoría de ellos antropólogos, realizaron acercamientos e interacciones con esta comunidad con el fin de que detuvieran dicho acto. Resulta increíble que este clan haya sido descubierto apenas hace casi 70 años, y lo es a causa de la dificultad del terreno en donde viven, por otra parte, a pesar de que continúan siendo una tribu aislada, la interacción con civilizaciones avanzadas ha aumentado e impresionantemente han empezado a ceder brevemente con respecto a su opinión de no emplear ningún tipo de tecnología, ahora están considerando incluir avances médicos, comunicativos y educativos, siempre y cuando no pierdan sus costumbres.

Los sobrevivientes del Tsunami
No muy lejos de Indonesia y sobre el Océano Índico tuvo lugar un cataclismo a mediados del 2004, se trató de un tsunami que llevó consigo miles de vidas y terrenos, además de poner en riesgo el destino de los pueblos indígenas de las Islas Andamán, entre los que destacan los Sentineleses, una tribu de la que poco se sabe debido a su aislamiento del mundo exterior. Tras la catástrofe, un helicóptero sobrevoló a baja altura el territorio con el fin de evaluar los daños y encontrar sobrevivientes, pero lo que hallaron fue un sentinelés apuntando con su lanza al piloto en un gesto de “no necesitamos su ayuda”, básicamente los sentelineses eran los únicos que no necesitaban de nadie.

Se cree que estos seres descienden directamente de las primeras poblaciones humanas que salieron de África y que han vivido en las Islas Andamán desde hace 70.000 años, aunque esto no indica que vivan todavía como en sus inicios, y a pesar de que suelen considerarse como pertenecientes a la Edad de Piedra, han evolucionado a su manera, fabrican sus propias herramientas y armas de metal, de las que extraen sus partes de barcos atascados en arrecifes de la isla.  Por su lenguaje, muy distinto al de otros grupos que habitan las Islas, se considera que han tenido poco o nada de contacto con personas fuera de su tribu. El mundo suele verlos, por su aislamiento, como salvajes, pero su razón de apartamiento es comprensible, pues el mundo exterior les ha traído violencia y destrucción únicamente.

Un claro ejemplo se dio en 1879, cuando una pareja de ancianos y algunos niños fueron llevados a la fuerza a Port Blair, la capital “civilizada” de la isla. La persona encargada del secuestro de estos sentelineses describió que el grupo enfermó rápidamente, llevando al fallecimiento de los ancianos, por lo que los niños los enviaron a su hogar con gran cantidad de regalos “sofisticados” como compensación. En los años 90 el Gobierno de India realizó una expedición de contacto en la que notaron que los sentelineses gozaban de buena salud y desarrollo, mientras que otras tribus de la Isla que se habían “beneficiado” de la civilización occidental empezaron a caer hasta depender en parte de lo que el Gobierno les proporcionaba.

Desde la presión de organizaciones como Survival International se logró que el Gobierno de India modificara su política hacia los sentineleses, reconociendo que el contacto con otros pueblos indígenas de la zona ha resultado en situaciones desastrosas, pues estos tienen derecho a elegir cómo vivir, a rechazar las tecnologías y avances del mundo occidental, además de contar con la potestad para decidir qué les beneficia y qué no.

Este fue tan solo un breve acercamiento a algunas de esas sociedades que en cierto porcentaje han dicho no a la tecnología, que de una u otra forma han huido de esta con el fin de mantener a sus poblaciones dentro de una vida arraigada a sus antepasados. Ahora les quiero proponer un reto, ¿serían capaces de vivir sin tecnología o por lo menos intentarlo un par de días?

 

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