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Por Tomás Niño Paredes @tomaco2000
“Un villano es el héroe de su propio mito”
¿Ustedes de qué parte del mito son?
A murmullos caemos en la tentación, de a poco, despacio, de a palabras, nos dejamos conquistar por el “mal”, por la oscuridad, por lo opuesto o diferente. Qué tan atractivo resulta dejarnos seducir en una película por el antagonista, cuando tiene forma y fondo, claro está. Es común escuchar que una historia es tan buena, como lo es el villano que describe, no lo digo yo, lo dice Christopher Vogler en su libro El viaje del escritor. Pero ¿por qué? Si somos “buenos por naturaleza” y no somos unos “Natural Born Killers”, con Sed de mal (Orson Welles, 1958), como la que tenía Hank Quinlan en aquella increíble película de Welles. Pues amigas y amigos míos, les comento que nuestra psique esconde otro deseo y por eso en ciertas ocasiones amamos a los antagonistas.
Los villanos viven en sombras, en lugares donde se ocultan los secretos, donde están esos deseos reprimidos, los traumas más profundos, las culpas enconadas, como lo diría Vogler, finalmente, la parte más humana de nuestro ser. Somos de carne, lo que nos otorga defectos y por eso, nos identificamos con los villanos, porque son capaces de lucir con orgullo el escudo del mal, sin ataduras ni temores, sabiendo que, en un mundo mojigato, el mal llamado mal, nunca triunfará.
Nuestra mente está a la espera del despertar de un Tyler Durden, quien nos dirá al abrir los ojos: “Tú no eres tu trabajo. No eres cuánto dinero tienes en el banco. No eres el auto que conduces. No eres el contenido de tu billetera. No eres tus malditos pantalones. Eres la mierda obediente del mundo”, orgásmico. Al ver personajes de este tipo, la pantalla se parte en mil pedazos para transgredir los límites de la ficción y la realidad ¿lo malo? Que esa disrupción dura unos pocos segundos.
Los personajes que vemos en las películas duermen en nuestros sueños y fantasías. Los héroes, los sabios, los malos. Nuestras mentes están acostumbradas a esas narraciones y relatos por los mitos y las leyendas, por eso es tan fácil identificarse, y llegar a preguntas comunes, las cuales terminan importándonos a todos, como por ejemplo ¿qué es el bien y qué es el mal? Vogler y sus teorías a puro pulmón.
Piensen en Juego de Tronos, la exitosa serie de HBO, que desde el 2011 ha tenido a millones de personas pegadas a un televisor. En mi cabeza tengo a Cersei Lannister, arpía humana, y esto último sí que es importante. Entender a un personaje, es visualizar y cuestionar internamente hasta dónde iríamos por cualquier causa, idea o motivo. ¿Hasta dónde llegaría una madre por sus hijos? Hasta acabar con un imperio, tomar venganza y encontrar el poder… “Mírame a la cara. Es lo último que verás antes de morir”, dice Cersei.
La humanidad en los villanos nos identifica y como bien lo diría el buen Aristóteles en su poética, genera catarsis, sentimientos de miedo y alegría. ¡Qué gane el villano! O no pensaron eso al ver Breaking Bad, en donde Bryan Cranston (Walter White) derrumba cualquier tipo de moral, con el fin de beneficiar a su familia, sin importar las consecuencias, ni las acciones.
Ahora movámonos hacia un cliché. Pensemos en El Guasón de Dark Knight interpretado magistralmente por el difunto Heath Ledger. ¿Por qué fascinó a miles? ¿por qué nos atrapó si era él quien amenazaba a Gotham? Porque el cáncer no era él sino la propia sociedad, sucia, corrompida, individualista; sus objetivos eran coherentes a pesar de su psicosis. Lo mismo sucede con el agente Smith en la trilogía de The Matrix (Hermanos Wachowski) si no lo creen, piensen en cuántas personas repiten hoy en día que el mal de este planeta son los humanos “Human beings are a disease”, dice, resumiendo el monólogo sobre los humanos y los virus.
Además de las identificaciones, hay otro tipo de villanos que nos enganchan. Ya sea por su maldad absoluta, o su disfraz de ovejas, nos gustaría tenerlos cerca, así sea por tan solo un segundo. Quiero ir a lo clásico y arrancar por Psicosis (Alfred Hitchcock). Se acuerdan de Norman Bates (Anthony Perkins), ese joven misterioso, con una mezcla de timidez y encanto, sin mucha elocuencia al hablar. Como personaje es cautivante y lo sigue siendo a pesar de ser descubierto como asesino, en contra tiene su enfermedad, a favor, su comportamiento. De oveja también se viste Kevin Spacey en Los Sospechosos de siempre (Bryan Singer), interpretando a Keyser Söze. Durante toda la película Söze nos tiene atontados con sus debilidades, malformaciones y defectos, para al final, escupirnos en la cara y decirnos: son unos estúpidos, soy más inteligente que ustedes.
Para continuar con el mismo actor, llego a Seven, película de David Fincher (1995). En más de medio film no vemos al antagonista, quien es perseguido por David Mills (Brad Pitt) y el detective Somerset (Morgan Freeman). Lo majestuoso de este personaje es la decisión que toma para darle fin a la película y aquí quiero decirles algo, los seres humanos no somos lo que decimos, ni lo que hacemos, somos lo que decidimos. John Doe (Spacey), decidió morir para demostrar lo contaminado que está el mundo en que vivimos, simplemente fantástico.
Ya que estamos sumergiéndonos en mentes dementes, caminemos hasta el buen Jack Nicholson y su papel en El Resplandor. ¿Sabían que Stanley Kubrick eligió a Shelley Duval (Wendy), por sus gestos molestos, sonrisa incómoda y físico extraño? Lo hizo, por una razón, hacer sentir al espectador incómodo con ella, para mí lo logró y quiero cuestionarlos ¿no desearon que Jack matara a Wendy en algún punto de la película? Yo sí, aunque nunca quise que tocara a Danny (Danny Lloyd).
Se puede pensar que los mejores villanos están encarnados por actores reales, pero tal vez esta afirmación no es del todo cierta. Las películas animadas se han encargado de construir antagonistas fantásticos: El Capitán Garfio en Peter Pan, el Demonio en Fantasía, la reina de Blanca Nieves y los 7 enanitos, son tan solo algunos de ellos. En este punto quiero profundizar en dos. El primero tiene que ver con el mundo de los muñecos vivientes… Lotso, enemigo de todos en Toy Story 3. Qué hermoso oso de peluche y qué conflictuado que estaba. El no poder superar el abandono de su dueña, lo hizo un oso oscuro, malvado, pero eso no lo revela ante el público, su inteligencia lo hace aprovecharse de su coraza de felpa, para así hacer creer que no está destruido por dentro.
El siguiente personaje, es un león que traumatizó toda mi infancia y seguramente, mi vida. Scar… El Rey León fue una de esas películas que rompió todas las fronteras. Primero, recaudó 768 millones de dólares en taquilla, los cuales esperamos no hayan quedado en las manos de ningún tipo como Scar, y segundo, puso a un antagonista a matar al padre del protagonista. Sin lugar a dudas es toda una tragedia, pero lo que resalto aquí es el gran impacto que produjo este personaje en los niños de esa generación y la visión que les dio. ¿Mi tío puede matar a mi padre? No precisamente, aunque cerca: el mal, no está tan lejos como pensamos.
Resaltar a los villanos más impactantes del cine y la televisión no es una tarea fácil y seguramente nos daría para un libro completo. En este punto estarán diciendo ¿dónde me dejaron a Sauron, Darth Vader, Carlito Brigante, Vito Corleone, Michael Corleone, Tony Montana, Alien, Depredador, Destructor, Bane de Batman, Leatherface, Hannibal Lecter, Voldemort y Hans Landa?… No los dejé en ningún lado, los tengo en mi corazón y creo que ustedes también, por esto quise acercarme a otros badboys y dejarme llevar por los Bajos Instintos.
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