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Cuando lleguemos al fin de la vida como la conocemos, nuestra comida habrá mutado, en su mayoría será genéticamente alterada y nada será natural por culpa de la contaminación. Los químicos presentes en el aire y el daño irreparable que va aumentando por nuestra indiferencia al medio ambiente, ya comienzan a pasar factura. Por eso, MALLPOCKET le cuenta lo que va a pasar con el consumo de la comida transgénica que existirá dentro de unos (no lejanos) años.
Todos recordamos a la oveja clonada Dolly, que aunque fue un éxito rotundo para la ciencia por haber sobrevivido y mostrar que era un ser perfecto a pesar de haber sido alterada genéticamente, murió en un tiempo menor al de una oveja normal cuando sus órganos comenzaron a fallar. El problema de los alimentos modificados es el mismo, como no hay nadie que los pruebe durante un período largo para saber cuáles son los problemas que esto le trae al organismo, no se puede determinar qué tan dañinos podrían ser de consumirse en cantidades excesivas.
A veces nos preguntamos, ¿qué va a pasar cuando los alimentos transgénicos sean los únicos que existan? En primer lugar, es casi seguro que vamos a tener tres brazos, cinco ojos o una mutación de pelo similar a la de un forro en terciopelo por todo el cuerpo. Los cerdos que son alimentados hasta explotar, las gallinas que ponen huevos más grandes que su cabeza y las vacas con ubres del tamaño de una sandía, van a tener más demanda que una gaseosa helada después de una larga caminata bajo el sol. Pero no todo en la vida es una nube negra, también tenemos que pensar en los beneficios.
A los amantes de la comida con combinaciones, ¿qué les parecería por fin tener un bacon con glaseado de miel incorporado, o la leche con el milo incluido, o el agua con sabor a ajiaco listo para calentar? Todos van a ser chefs profesionales, las especias van a quedar atrás y la comida internacional se convertirá en nacional en cualquier país del mundo.
Según el Doctor Wilfredo Argueta, el organismo sufre cuando no está acostumbrado al consumo habitual de un alimento determinado. Desde pequeños, las alergias se van desarrollando cuando no se enseña al niño a ingerir diferentes tipos de comida para elevar sus defensas. Es por eso que el estómago de un vegetariano de nacimiento tiene una tolerancia distinta al del carnívoro y al incluir un alimento nuevo este no es bien digerido, ocasionando problemas que pueden dañar el organismo de manera irreparable. Lo mismo pasa con la comida alterada genéticamente, si se va introduciendo lentamente puede que el deterioro sea mínimo y lento.
Mientras que si se reemplaza radicalmente una dieta saludable y natural por una alta en hormonas con pocos beneficios, el cuerpo la rechazaría. Ni siquiera el agua sería potable, de modo que las enfermedades serían más frecuentes. En otras palabras, el cuerpo rinde cuentas después de una determinada edad y no se debería consumir nada en exceso.
La dieta balanceada es elemental para que en un futuro, las mujeres no tengan vellos en la barbilla, para que los hombres no lloren viendo Pretty Woman y que los adolescentes no hablen como Cher por las mañanas y como Arturo por las noches. Admitámoslo, aunque sería divertido, todo tiene que tener un equilibrio. Cuando estemos en tiempos de escasez (alimenticia) y nuestros cambios corporales se vean alterados porque un pollo contiene el equivalente a las hormonas de una mujer embarazada de nueve meses, veremos el fin del mundo llegar muy lenta y dolorosamente. Vamos a ser como los habitantes de la nave de Wall-E, en vez de caminar vamos a rodar y aunque seremos obesos, peludos e histéricos, tendremos toda la comida rica que podamos imaginar.
Las máquinas dispensadoras de comida futuristas tendrán hamburguesas, rollos de canela, piernas de pavo glaseadas; y para los que quieren comer light, perros con extra queso descremado. Mantener la línea será un sinónimo de conservar la figura (redonda) y nuestro estómago tendrá su propia orquesta sinfónica debido a la cantidad de sonidos de rechazo por tantos colorantes, preservantes y hormonas presentes en nuestras bebidas y alimentos. La otra cara de la moneda, es que al menos tendremos vellos de colores, si rodamos por una cuesta llegaremos más rápido a nuestro lugar de destino y podremos enamorar a nuestra ‘media naranja’ con una deliciosa cena que combine una entrada, plato fuerte y postre en una sola mordida. Dicen que lo que no nos mata, nos hace más fuertes. En este caso, lo que no nos mate nos volverá unos adorables Furbies obesos.
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