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Por Tomás Niño Paredes @tomaco2000
Toda mi vida he evitado la domesticación. Es un hecho, me lo dijo mi madre en el momento que tuve conciencia. Rechacé la teta desde el primer mes, es posible que la razón haya sido independencia, libertad. Desde que estaba en el útero lo supe, estaba claro en mí. A pesar de que en mi familia hay tendencia de mellizos no dejé que nadie más entrara ahí. No iba a compartir con ningún otro espermatozoide un lugar tan pequeño, no señor, ni mucho menos la misma ropa en la adolescencia. Conozco casos en que el mellizo menor, algunas veces más bajo en estatura, debe usar la ropa de su hermano y seguro ese iba a ser yo. Esa es mucha castración.
Así que un día, a los tres años, alisté mi ropa, mis pañales y los puse en un palo de escoba. Estaba listo para huir, para inspirar el “Into the Wild” rolo, una película para niños diferentes. No lo hice, vi a mi madre reír tanto que entendí que había entrado en un ataque de pánico. Soy independiente pero no un salvaje. Regresé a casa y decidí ser diferente a todos, así que comí hasta ser el doble de cada niño. ¿Quién se va a meter con un mini sumo criollo? Al parecer sus pares o por lo menos esa es la historia que se narra en casa ya que un día volví con la camisa del colegio al revés. Desde ese entonces amo a los gordos, rebeldes por naturaleza.
Qué duro fue el colegio. Yo, un ser de luz, independiente, que siempre ha buscado correr por la calle como obra de Spencer Tunick, obligado a vestir como ratón de laboratorio junto a otros 700 cachorros en celo. El uniforme de mi colegio era gris, así que entenderán la analogía. A pesar de todo la logré, reté a la institución y la vencí. Si tan solo hubiera nacido en Londres, The Clash hubiera cambiado su canción “I Faught the Law”, ellos perdieron y yo gané… todo habría sido tan diferente. Dicen que el orden de las cosas es que el joven bachiller se gradúe y aprenda. Esos son cuentos, yo gané.
En la universidad sí que me rebelé. Me camuflé como un estudiante cualquiera para atacar desde el centro. Pasé desapercibido y cambié millones de pensamientos, miles, cientos, decenas, un par, bueno no cambié a nadie pero lo importante es que lo intenté, el cambio viene del interior o por lo menos eso es lo que dicen las personas en mi muro de Facebook sobre la paz, y si está escrito ahí es porque es cierto. Después del fracaso vino el cambio. Con el tiempo parecía el George Best de mi universidad, un RBD completo. La única diferencia es que no era tan apuesto y puede que mi look se acercara más al del “Memo” Ochoa, pero eso no es importante, la imagen es nada como decía una marca de gaseosa hace un tiempo.
Entendí que para ser diferente tenía que obedecer a pasiones únicas, distintas a las de todos. Por eso afiancé mi amor por el fútbol, una pasión que como yo, nadie vive. De la misma forma fui adaptando otras pasiones a mi vocación. El cine más “independiente” se coló por mis venas, al igual que la escritura más única comenzó a brotar de mis manos. Ahora tengo casi treinta, tengo carro, casa y dentro de poco, seguramente, tendré una familia propia. ¿Mucho espécimen tan independiente, no les parece? Veo atrás y río con gusto por lo que he vivido. He aprendido de todas y de todos. He estado domesticado siempre, arraigado a los que quiero y a lo que quiero, aprendiendo de ellos y enseñándoles muy poco.
Todos estamos amarrados a algo, atados por una conexión universal mágica. Eso no es malo, lo negativo algunas veces es no levantar la cabeza para avanzar, ya que al no hacerlo terminamos en un lugar que no queremos. La edición de Domesticados nos habla de esto y de aquello, de cómo creemos ser los más rebeldes pero al fijar bien nuestra vista sobre nosotros mismos terminamos siendo los corderos más dóciles, vestidos con “Doctor Martins”, jean sin bolsillo, gorra tres pisos y un celular que escucha todas las insensateces que somos capaces de decir y escribir mediante tuits o posts de independencia. Aprendamos de cada uno, veamos qué nivel de domesticación tenemos, liberémonos al menos del pudor. Usted lector no tenga miedo, recuerde que fue un espermatozoide ganador, como yo. No lo dude, destétese y aprenda.
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